Más y mejor información, para construcciones más verdes; hay tres materiales comunes y repetitivos: el acero, el cemento y el concreto.
Columna: “Construyendo”
Por: Raúl Asís Monforte González.
Presidente de CMIC Yucatán
La expectativa global de crecimiento a futuro de la industria de la construcción, equivale a construir una nueva ciudad de Nueva York cada mes durante los próximos 40 años. Y sin duda una gran parte de esta construcción nueva usará concreto, el segundo producto más consumido del mundo después del agua.
Hay tres materiales que son especialmente comunes y repetitivos en toda obra de construcción, y que son altamente intensivos en carbono: el acero, el cemento y el concreto. En su producción es necesario sostener durante todo el tiempo muy altas temperaturas, lo que demanda una enorme cantidad de energía, que hoy aún depende de los combustibles fósiles. Por esa razón, entre los tres contribuyen con alrededor del 50 por ciento de las emisiones industriales de dióxido de carbono de todo nuestro planeta a la atmósfera.
Hemos observado en los últimos años, una creciente preocupación, concientización y convencimiento en la mayoría de las personas, acerca de la necesidad de descarbonizar la economía y de transitar a un mundo neutral en emisiones en el año 2050, pero aun cuando esto es una buena noticia, continúa siendo notoriamente insuficiente para alcanzar los objetivos.
Siendo tan relevante el asunto de las emisiones en las construcciones, los esfuerzos por reducirlas o de plano eliminarlas en este sector, tendrían un impacto realmente significativo en la meta global. Sin embargo, es difícil organizar y estructurar la contribución individual, gubernamental o corporativa especialmente porque las personas y las organizaciones carecen de información suficiente y confiable que les permita decidir qué productos comprar o consumir al llevar a cabo un proyecto de construcción.
Y si el esfuerzo individual ya contribuye bastante, imaginemos los grandes avances que podrían lograrse si los gobiernos de todo el mundo por ejemplo, pudieran tomar decisiones más inteligentes y sostenibles de compra, teniendo en cuenta que las contrataciones de obra pública representan el 25 por ciento de la demanda total mundial de acero, y el 40 por ciento de la de cemento. O el enorme aporte que significaría una gran coalición de empresas constructoras, que se propusiera generar, difundir y utilizar información que permita encauzar mejor estas acciones.
Con esto, quiero destacar la importancia de contar con información en la que pueda realmente confiarse. Con el auge de la concientización, muchos productos están generando etiquetas que informan al público sus esfuerzos por hacerse más verdes, para así atraer a las personas preocupadas en este tema y conseguir que los compren, pero no contamos con criterios unificados, estandarizados e imparciales que permitan evaluar y comparar para orientar las decisiones. Existen iniciativas de algunos países y organizaciones en ese sentido, pero aún falta mucho por avanzar.
Si de verdad queremos alcanzar el objetivo “net zero” en 2050, urge encontrar el modo de generar una mayor cantidad y calidad de información, para monitorear, reportar y difundir el progreso de los esfuerzos de descarbonización de las construcciones, y así hacerlas más verdes y sostenibles.
Raúl Asís Monforte González.
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